El Arzobispo de Hamburgo, Stefan Hesse, lo tiene claro: el Papa ha dado una clara señal de aprobación a lo decidido por la Conferencia Episcopal Alemana en el sentido de permitir la comunión a los cónyuges luteranos de fieles católicos.
Así lo ha indicado, según informa la web de la CEA, Kath.net, ante la asamblea del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK) reunida en Münster. En concreto, Hesse ha hablado de una “clara insinuación sobre la dirección” por parte del Papa, si es que una “insinuación” puede ser “clara”.
El comunicado posterior a la reunión de los obispos alemanes con el Papa y otros miembros relevantes de la Curia sobre el asunto de la intercomunión se limita a un terso: “El Papa Francisco aprecia el esfuerzo ecuménico de los obispos alemanes y les pide que encuentren, en espíritu de comunión eclesial, un resultado posiblemente unánime”.
Solo que esta vez quizá se haya atravesado una ‘línea roja’ que aúne a buena parte de los católicos perplejos y, hasta ahora, dubitativos o silenciados.
Los ‘Dubia’ crecen.
El Cardenal Arzobispo de Utrecht, Willem Jacobus Eijk, ha advertido que la actitud de Francisco, que califica de “incomprensible”, podría ser una prefiguración de la Gran Apostasía anunciada para el Final de los Tiempos.
El Cardenal Gerhard Müller, ex prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni siquiera ha calificado de buena o mala la respuesta de Francisco: afirma, sencillamente, que no ha dado respuesta alguna.
Demasiadas voces y demasiado altas como para seguir ignorándolas sin grave riesgo para la unidad de la Iglesia. Y ni siquiera pueden ser despreciadas como hiperbólicas después de leer en Hesse cómo han interpretado los alemanes ese “devolverles la pelota” del Papa.
Hesse tiene claro que el gesto mismo de Su Santidad de devolver la competencia de este asunto a los obispos alemanes en lugar de definirlo desde Roma para toda la Iglesia universal es una clara indicación de que la CEA -y, por inferencia, cada una de las conferencias episcopales- es competente para decidir unilateralmente sobre una cuestión que afecta directamente a la naturaleza misma al sacramento de la Sagrada Eucaristía.
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