De nuevo el binomio inmigración ilegal-delincuencia ha vuelto a sacudir con fuerza la tranquilidad, la paz y la seguridad en España.
Por mucho que se esfuercen los jerarcas políticos y eclesiásticos en pedir prudencia y en no relacionar este atentando con ningún grupo, colectivo o religión, lo cierto es que no hacerlo sería faltar a la verdad.
La violencia islamista y el odio contra los los cristianos es lo que ha ocurrido en Algeciras aunque ahora los medios traten de silenciarlo para no crear alarma social. La política de puertas abiertas ha vuelto a quedar de manifiesto que es un fracaso y que las fronteras y la seguridad son dos valores esenciales en cualquier Estado de derecho.
Desde la Iglesia, hemos escuchado en numerosas ocasiones cómo se pide a los cristianos acoger a todo el mundo, tender puentes, derribar los muros y eliminar las fronteras. Lo cierto es que esta mentalidad, además de ser utópica es peligrosa como acaba de demostrar este lamentable atentando. Salir a la palestra con mensajes buenistas y simplistas ayudan más bien poco a luchar contra la lacra del terrorismo yihadista y todo por no querer ser tachados de xenófobos, racistas o anti no se sabe muy bien que. Las propias declaraciones del secretario general de la CEE hablando de «acontecimiento» en lugar de ataque o atentado, demuestra la cobardía o tibieza, elijan ustedes el término que consideren, de los jerarcas eclesiales. Por el bien de todos, señores obispos, tengan el valor de llamar a las cosas por su nombre y no restar un ápice de importancia al problema.
El perfil del asesino
El terrorista detenido ha sido identificado por la policía como Yassine Kanjaa, de 25 años y natural de Marruecos. El yihadista se encontraba en España en situación irregular. La Policía Nacional lo detuvo en la ciudad gaditana el 16 de junio de 2022 y comprobó que carecía de la documentación necesaria para poder residir en territorio español, por lo que automáticamente se iniciaron los trámites para su expulsión.
Varios medios como El Confidencial o The Objetive, señalan que el detenido tenía abierto el proceso de deportación a Marruecos y según esas fuentes, «al tratarse de un procedimiento administrativo con todas las garantías, su ejecución no es inmediata».
Otras fuentes, apuntan a la falta de colaboración por parte de Marruecos en el proceso. Para llevar a cabo la devolución es necesario que una delegación diplomática del país alauí proporcione al detenido una copia de su pasaporte y lo reconozca como ciudadano marroquí. Un trámite que, en todos los casos, depende únicamente del interés del país al que el ciudadano en situación irregular debe volver. No obstante, la burocracia española también suele ser otro inconveniente a la que hora de agilizar los trámites.
Al agresor, que residía en un ‘piso patera’ con más gente en la calle Ruiz Tagle, no le constan otros antecedentes penales ni por terrorismo, ni tampoco existían sospechas sobre su posible radicalización, aunque los plazos de adoctrinamiento se han acortado dramáticamente en la última década y los lobos solitarios que actúan movidos por su propia iniciativa se han convertido en uno de los mayores desafíos de las Fuerzas de Seguridad. Kanjaa responde aparentemente a ese perfil de yihadista individual.
Según ABC, los servicios de información marroquíes colaboran con España y uno de los hermanos del detenido está en un centro de acogida. Este mismo medio también señala ahora que el yihadista tiene antecedentes psiquiátricos en Tánger.
The Objetive apunta que el yihadista entró en la iglesia de San Isidro de Algeciras armado con un machete. Acto seguido, mientras gritaba «muerte a los cristianos» y «Alá es grande» atacó al cura, Antonio Rodríguez, dejándolo gravemente herido. Posteriormente, accedió a otro templo, el de Nuestra Señora de La Palma, en la que, tras causar diversos destrozos a diversas cruces e imágenes religiosas, atacó al sacristán, Diego Valencia provocándole la muerte.
Por último, tras realizar el ataque, el yihadista de Algeciras se arrodilló a rezar tras la masacre en un mirador con vistas al puerto de la ciudad.