Las nuevas tácticas del demonio para la destrucción del ser humano.
Brillante trabajo del demonio y sus secuaces. A nuestra cultura ya no le importa si él existe y si existe Dios o no. Porque está embriagada en asegurarse la satisfacción de sus instintos.
La idea de la existencia del bien y del mal como algo externo al ser humano y de la trascendencia, están desapareciendo en nuestra civilización, y esto explica el tobogán de degradación que estamos observando actualmente.
LAS TÁCTICAS CAMBIANTES DEL DEMONIO
Es corriente decir que la táctica favorita del demonio es “pasar desapercibido” o hacerle creer a la gente que no existe, y que todo esto es un mito inventado por la Iglesia o en el mejor de los casos, por el mismo hombre ante el misterio del mal, de la enfermedad, etc.
De ahí que hoy se busque hacer creer a la gente que, dado que el demonio no existe, tampoco existe la tentación, ni la perturbación y posesión diabólica.
Y como complemento, la humanidad ha hecho del progreso un ídolo en el que resuena la voz burlona del Demonio diciendo:
“Ya eres un adulto. Eres el rector y señor del mundo. Tú posees la ciencia. Tú no tienes necesidad de Dios y de la providencia. Con la ciencia tú podrás vencer la pobreza, la enfermedad, la guerra e incluso hasta la misma muerte.
Dios te tenía como esclavo, pero mírate ahora hecho ya un adulto listo para la libertad. Date pues cuenta que Dios no existe, tú puedes ahora decretar, lo que quieras (incluida la muerte de Dios), pues tú eres ahora el Dios del futuro”.
¿Pero sigue siendo hoy la táctica favorita del demonio hacer creer que no existe?
La respuesta es que el demonio ha desarrollado otras tácticas que hoy le dan tanto o mayor resultado.
Una es la táctica de aparecer como el librepensador que permite a la gente escapar de la esclavitud de Dios, de los molestos mandamientos y las restricciones sexuales.
Y la otra, que parece está modelando la cultura occidental de hoy, eshacer creer que el hombre no es más que un animal, y con eso se elimina toda pretensión de trascendencia y ancla nuestra conducta a nivel de los instintos, haciendo irrelevante la pregunta si Dios o el diablo existen; es más, pueden existir, pero son irrelevantes.
¿ES EL MEJOR TRUCO DEL DIABLO HACER CREER QUE NO EXISTE?
Charles Baudelaire acuñó la máxima de que “el mejor truco del diablo es persuadirte que no existe”.
El aforismo aparece en un cuento corto titulado “El Jugador Generoso”, escrito en primera persona, en el que el narrador reflexiona sobre una agradable velada que pasó con el padre de la mentira en un juego de azar en el que perdió su alma.
En el curso de la conversación, el diablo le confía a su huésped que sólo había tenido miedo de su poder una vez: cuando un predicador proclamó,‘¡nunca olvidar… que el mejor truco del diablo es persuadirle a usted que no existe’.
Tras un examen más en detalle, se ve que la historia desmiente la máxima, porque parece que hay un truco más inteligente en el juego, porque el narrador señala que perdió su alma con la mayor indiferencia casi aburrido, considerándola como una “cosa inútil ya veces molesta”.
Y concluye la historia diciendo que el diablo mantendría su promesa de darle todos los placeres mundanos de todos modos porque él había buscado en apostar su alma en el primer lugar.
Es evidente que el diablo no había convencido al narrador Baudelaire que no existe.
El narrador no es seducido por la idea de que no existe el diablo, sino por el embriagador aburrimiento de su vida, y el relieve que él experimenta en compañía del diablo, y su promesa de que le dará autonomía absoluta en los placeres terrenales.
ESTO YA HA CAMBIADO Y SE RECONOCE AL DIABLO
En nuestro mundo postmoderno, en algunos sectores, se ha puesto de modano sólo creer en la existencia del diablo, sino disfrutarlo, como el narrador del cuento, como “viejos y perfectos amigos”, con un diablo que es admirado como un campeón de la iluminación, el progreso, y la destrucción de la superstición.
De hecho, el diablo se celebra como un campeón de la libertad, especialmente de la “opresión” de la moral sexual.
El icono del activismo comunitario de izquierda, Saul Alinsky, reconoció al diablo en su célebre obra, Tratado para Radicales.
Este es un gran truco, también. Pero, con el tiempo, muchos de los que se dejan seducir por esta imagen del diablo como libertador ve el engaño, porque el libertinaje trae la propia esclavitud y el castigo; la vida de libertinaje, promiscuidad y adicción a las drogas de Baudelaire terminó con un derrame cerebral y su muerte a los 46 años.
Muchas grandes conversiones han venido de esos despertares para dar testimonio inestimable del poder transformador de la misericordia de Dios.
Una argumentación complementaria es convencer a la gente que la existencia del diablo no importa, porque Dios es tan misericordioso que no enviará a nadie al infierno.
Esta confianza presuntuosa en la misericordia de Dios en un principio pareceuna inversión del primer engaño del diablo en el Edén, cuando tentó a Eva a desconfiar de Dios. Sin embargo, también es un nuevo envoltorio del misma engaño: no se debe creer en Dios cuando dice que desobedecer su voluntad conduce a la muerte (Génesis 3: 4).
EL MAYOR ENGAÑO DEL DIABLO: NO HAY NADA ESPECIAL EN EL SER HUMANO, SÓLO SOMOS ANIMALES
Sin embargo, se está desarrollando un mayor engaño del diablo que es convencer a los seres humanos que no son seres humanos.
Este engaño les excluye de reconocer su verdadera libertad y dignidad inherente como imagen de Dios, y como sus hijos adoptivos.
Es el engaño fundamental de nuestros primeros padres: el diablo tienta a Eva diciéndole que su desobediencia abrirá sus ojos, haciendo que sea “como Dios…” (Génesis 3: 5).
Adán y Eva ignoraron el hecho de que ya eran a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27), al rechazar el regalo que ya habían recibido y optando por un poder independiente a Dios, cayeron.
El diablo repite este engaño, sobre todo hoy. Sabemos que Jesucristo ha restaurado, e incluso elevado, la dignidad de la humanidad, que nos da cada uno el poder de ser hijos e hijas de Dios. Pero, de nuevo, el diablo está tratando de convencer a la gente de que no son quiénes son.
En lugar de la tentación de rechazar a Dios directamente, el diablo está satisfecho con convencernos de que no somos nada especial a los ojos de Dios.
Los seres humanos no son más que organismos altamente evolucionados, diferentes en grado, pero no en la clase, de otros animales.
Al igual que todos los demás organismos, el comportamiento humano es una cuestión de biología y medio ambiente. No hay dimensión espiritual sino sólo la química del cerebro.
No hay libre albedrío sino sólo las caminos evolutivos. No somos personas sino miembros de una clase, una etnia, una raza, una orientación sexual y así sucesivamente.
La obsesión progresiva secular con la “igualdad” refleja esta negación de la personalidad, de la misma forma en que justifica el exterminio de millones de bebés por nacer en el nombre del control de la población y “responsabilidad social”.
Los seres humanos son tratados como ganado para ser manejado, en lugar de personas para ser apreciadas.
El espíritu de la época habla de un espíritu humano, pero, en la práctica, el “espíritu” se reduce a la autoafirmación del consumo, la emoción egoísta, y el sentimentalismo vacío.
Las expresiones permitidas de “libertad” son en realidad esclavitudes al cuerpo y placeres psicotrópicos. Y en realidad esta “libertad”, no la religión, es el “opio de las masas”.
La crisis de nuestro tiempo no es tanto una crisis de la teología, sino una crisis de la antropología.
La mentalidad moderna reduce al hombre a una mera especie animalque no tiene importancia especial para Dios o para el hombre mismo.
Es por esto que vemos en nuestra sociedad todas las formas de explotación y degradación. Desde la trata de personas, la violación, el abuso físico y sexual, la convivencia, la ilegitimidad, y el divorcio, nuestro ethos de autonomía y auto-gratificación nos convierte en consumidores de otros seres humanos en lo que Francisco llama la “cultura del descarte”.
Sin embargo, la cultura hace un encogimiento de hombros colectivo: ¿Qué se debe esperar? Después de todo, somos solamente animales dirigidos ??por impulsos y apetitos.
Y así nos quedamos con una pseudo-moral de la “tolerancia”, la“convivencia”, de “ser agradable”. Del mismo modo que las fieles mascotas encontrarán una eternidad cómoda.
La maldición, si es que existe, está reservada para aquellos que interrumpen esta cómoda convivencia con “odio” e “intolerancia”maliciosa, o, peor aún, por insistir en la existencia de la verdad objetiva.
Incluso en este caso, uno tiene la sensación de que el infierno sería sólo una larga estancia en un campo de reeducación.
¿Por qué es esto una situación satisfactoria para el diablo?
Porque en esta visión del ser humano no hay lugar para el amor. De hecho es el anti-amor, precisamente porque es la anti-libertad. Sin libertad no hay amor, no hay elección de Dios.
Dios respeta nuestra libertad. El don del libre albedrío de Dios nos da el poder de amar, y es este poder que nos hace más semejantes a Dios.
A menos que elijamos libremente a Dios en el amor, entonces no vamos a llegar a nuestra realización como personas humanas que han sido creadas para la comunión con Dios que es amor.
Para nosotros eso es el infierno. Si rechazamos lo que somos como seres humanos perdemos a Dios por nuestra propia elección, y Dios nos pierde. ¿Qué podría satisfacer el diablo más?
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