verdadera formación humana y profesional de todos los educandos, deben realizarse grandes cambios estructurales, pero que a la vez no son nada nuevos, ni en Argentina ni en el mundo.
Efectivamente, no estamos inventando nada novedoso si decimos que se debe volver a la separación de los chicos por sexos, es decir: volver a las escuelas primarias y secundarias solamente para varones y escuelas primarias y secundarias solamente para niñas.
Debemos aclarar inmediatamente, que el cambio radical que proponemos en este artículo, si bien lo consideramos muy necesario y urgente, sólo podrá hacerse plenamente efectivo en el marco de un cambio de mentalidad en los padres, educadores y en todos los líderes políticos y también eclesiásticos, pues en la actualidad se ha desvirtuado muchísimo el verdadero objetivo de la enseñanza, como así también los criterios ideológicos que deben orientarla.
También debemos tener en cuenta que tenemos en nuestro país, básicamente, dos grandes grupos de escuelas: las escuelas públicas y las escuelas confesionales. Vamos a referirnos, en general, a todas las escuelas, a sabiendas de que existen sustanciales diferencias en el tipo de enseñanza que imparten. De todos modos, consideramos igualmente necesaria la separación por sexos, pues es una tradición que nunca debió haberse abandonado en todo tipo de escuelas.
Además de todas las razones de orden sicológico y pedagógico, plenamente comprobadas, para separar a los chicos por sexos, tenemos también las razones de orden social: sexo a temprana edad y antes del matrimonio, embarazos adolescentes, las chicas aprenden un lenguaje grosero y soez y se vuelven machonas, los varones se lo pasan hablando de las chicas y las chicas se lo pasan hablando de los varones, disminuye notablemente el interés por el estudio, y podríamos seguir mencionando muchísimos más aspectos negativos de la escuela mixta.
En todas las investigaciones que se hicieron en muchos países, se ha podido comprobar fehacientemente que, en las escuelas diferenciadas, los alumnos obtienen mejores notas y tienen un rendimiento superior al de los estudiantes que concurren a escuelas mixtas. Pero no menos importante es el hecho de que, en las escuelas diferenciadas, no se produce una especie de deformación del lenguaje, de la conducta y de la moral, tanto de los varones como de las mujeres.
He tenido la oportunidad de hablar con algunos jóvenes respecto de cómo es la convivencia en la escuela y una adolescente me contaba lo siguiente: "Lo que ocurre es que los chicos, ya desde temprana edad, quieren quemar etapas y entonces quieren probar de todo, casi siempre estimulados, indirectamente, por el ambiente permisivo en el que se desenvuelven; ya sea por sus mismos padres, sus educadores, los malos programas de televisión, y el mal uso de Internet".
Contaba también esa adolescente que en el aula de primer año del secundario, cuando la profesora salía por unos momentos del aula, de pronto una parejita aprovechaba para besarse; y sucede también que las niñas, durante todo el periodo de clases, tienen que soportar las molestias de los varones, tanto verbales como físicas.
Además, los chicos se envían constantemente mensajes de texto y los profesores les tienen que sacar los celulares para que no se distraigan en la clase. Se forman parejas desde los 11 años de edad, o antes aún. En realidad, la escuela de hoy día, en lugar de formar integralmente a los jóvenes, muchas veces, aún sin proponérselo, les arruinan el almas y los corrompen para toda la vida.
Una mamá me contaba que, en una ocasión, cuando su hijito de 4 años volvía de la escuela, le preguntaba: "Mama ¿qué significa estar de novio? También le contaba cosas que ocurrían con sus compañeritos: "Sabés que fulanito (un compañerito) rompió con fulanita" (4 años de edad).
En la ciudad de Nueva York había, hace unos años, una escuela en la cual muchas alumnas vestían remeras con números, ej.: 7, 15 22. Los números se referían a la cantidad de jóvenes con quienes habían mantenido relaciones sexuales.
No se le da importancia al pelo largo, a la porra, la minifalda, los piercings, el largo de las polleras de las niñas, la conducta de los jóvenes en los alrededores de la escuela.
Beneficios de la educación diferenciada
- Favorece más la atención personalizada.
- Puede ofrecer unos modelos más claros.
- Es mucho más fácil obtener un ambiente de trabajo y estudio.
- El rendimiento académico es, en general, mejor.
- Hay pocas peleas y problemas de disciplina, y más participación en clase y en las actividades extraescolares.
- Las chicas, en clases de educación diferenciada:
- No tienen la presión de los chicos en algunas materias y en otros campos.
- Se concentran más en el tema académico.
- Pueden desarrollar mejor sus capacidades de liderazgo.
- Reciben mayor atención del profesorado.
- Se sienten atraídas con más facilidad por las profesiones culturalmente no femeninas.
- Mantienen mucho mejor la pureza del lenguaje, la femineidad y no se sienten presionadas a "quemar etapas", en su relación con los varones, que las degradan y envilecen.
- Los chicos, en clases de Educación Diferenciada:
- Viven con más facilidad la disciplina y el orden.
- Evitan más las distracciones.
- Desarrollan mejor su carácter.
- Tienen mejores notas: mejora su rendimiento escolar.
- No sienten la presión de su ambiente para tener relaciones sexuales, y por lo tanto, no se corrompen desde temprana edad.
El volver a la escuela diferenciada es, en sí mismo, un cambio formidable que conlleva muchísimas ventajas. Pero es evidente también que debe producirse una verdadera transformación ideológica en el contexto cultural y familiar del alumno, para que estos cambios que proponemos tengan un impacto benefactor para toda la sociedad en su conjunto.
Todo esto implica una reformulación de cuáles deben ser los paradigmas para la educación de los hijos, tanto de parte de los mismos padres como así también de los educadores, incluyendo, por supuesto a los sacerdotes.
Ya en el año 1931 Pio XI, con una enorme clarividencia, en su encíclica Divini Ilius Magistri decía, parafraseando a León XIII: "...Sin una recta formación religiosa y moral, todo cultivo del espíritu será malsano: los jóvenes, no acostumbrados al respeto de Dios, no soportarán norma alguna de vida virtuosa y, habituados a no negar nada a sus deseos, fácilmente se dejaran arrastrar por los movimientos perturbadores del Estado". Y en otro lugar de la encíclica dice:
"...Queremos, sin embargo, llamar de un modo especial vuestra atención, venerables hermanos y amados hijos, sobre la deplorable decadencia actual de la educación familiar. A los oficios y a las profesiones de la vida terrena, que son ciertamente de menor importancia, preceden largos estudios y una cuidadosa preparación; en cambio, para el oficio y el deber fundamental de la educación de los hijos, están hoy día poco o nada preparados muchos de los padres, demasiado sumergidos en las preocupaciones temporales".
Hacen falta cambios perentorios tanto en las escuelas públicas como en las escuelas religiosas. Es por ello que sugiero, a todos los padres y educadores y a quienes están consagrados a la educación de la juventud, la lectura de la Encíclica "Divini Illius Magistri", pues es de muchísima utilidad para entender profundamente el problema de la educación.
En este artículo hemos propuesto volver a las escuelas de un solo sexo, lo cual implica un cambio estructural de cierta envergadura. Pero bien vale la pena volver a la escuela diferenciada, si se tienen en cuenta los ubérrimos frutos que se producirían con su implementación. No es difícil. El mundo no necesita utopías, es suficiente con el sentido común.
(Carlos Alberto Ferrari - Buenos Aires - Enero 24, 2012)