La Suprema Corte de EE.UU. estudia el matrimonio homosexual.

 

La discusión sobre el matrimonio del mismo sexo que se está ejecutando en EE.UU., y que es una prueba pilotosobre los argumentos que se utilizarán en el resto del mundo, enfrenta dos tendencias: quienes defienden el matrimonio homosexual apelan a los argumentos emocionales de igualdad y equidad;

 

mientras que quienes defienden el matrimonio tradicional señalan las consecuencias que la redefinición del matrimonio tiene sobre los niños de la, en la búsqueda de autorrealización de un pequeño grupo de personas.     

Esto es el prolegómeno de lo que veremos en todo occidente. Como ya hemos dicho anteriormente, la discusión que está comenzando a realizar la Suprema Corte de Justicia en EE.UU. sobre el matrimonio a fin de decir sobre el matrimonio homosexual, es un hito para todo occidente, porque de aprobarse el matrimonio entre personas del mismo sexo, se abrirían las compuertas para todo el mundo más temprano que tarde.

Sin embargo el ambiente que se está creando en EE.UU. y que difunden los medios de comunicación del sistema no es el de un debate nacional sobre el tema sino que está teñido básicamente por motivos de relativismo moral y emociones.

LA RAZÓN ESTA PERDIENDO

Pura sofisticación enfrentada contra la razón.

Aquí está el problema: El debate nacional sobre el matrimonio homosexual trata el tema como un juego de damas, donde los opositores pueden obtener rápidamente piezas unos a otros sin mucha premeditación de las consecuencias. Este irreflexivo punto de vista ha impedido cualquier debate real.

En los últimos años, a los defensores del matrimonio les resultó fácil ganar la batalla en el tablero de ajedrez. Hacer un llamamiento a la religión y la tradición se llevó las palmas casi sin esfuerzo.

Pero la marea ha cambiado.

Los defensores del matrimonio del mismo sexo tienen ahora todos los “reyes” sobre el tablero, y lo gobiernan. No hay más que pensar en los titulares de prensa de las últimas semanas. Bombardean con la aprobación de los matrimonios homosexuales. Para el observador casual, que no está empapado de este tema, parece que el conservadurismo ha aceptado el matrimonio homosexual. Cada día trae noticias frescas de republicanos de las élites políticas, de las empresas de Fortune 500, de miembros de la NFL, e incluso figuras como Clint Eastwood, lanzando su apoyo al matrimonio sin género.

El juego que nosotros estamos jugando es ajedrez no es damas. Esto suena confuso, porque el ajedrez y las damas se juegan en el mismo tablero. Las damas es un juego fácil y rápido. Es uno de los juegos que primero aprenden los niños a jugar. El ajedrez es difícil, requiere pensar en las consecuencias intencionales y no intencionales de cada uno de los movimientos que se pueden o no pueden hacer.

En el desarrollo de sus objetivos para la política y la ley, los políticos suelen mirar no más allá de las próximas elecciones. Están preocupados por los votos. El apoyo al matrimonio homosexual ahora se ve como un ganador para ellos.

También se parece como un ganador para los medios de comunicación, preocupados por los ingresos y los lectores, y para las grandes corporaciones, deseosas de pulir sus imágenes y crear buena voluntad. Pocos de ellos están interesados ??en jugar ajedrez porque una victoria rápida a las damas es más importante para ellos.

APLICAR FRENOS ANTE TANTA URGENCIA

El sentido de urgencia con respecto a los matrimonios homosexuales, ahora palpablemente frenético, es en sí mismo un signo de desconcentración del debate nacional, en nada más que eslóganes y emociones.

Los legisladores individuales de nuestra nación y de los tribunales estatales – incluyendo la Corte Suprema – necesitan aplicar los frenos. Ahora.

Como en el ajedrez, las consecuencias no intencionadas merecen consideración.

El matrimonio sin género goza ahora de un aura de igualdad y equidad.

Quienes egoístamente buscan otros “derechos” para ellos mismos han encontrado su justificación en la penumbra que ahora sienten que rodea los legítimos derechos civiles.

El matrimonio homosexual no va a ampliar los derechos y libertades en el país. No redefinirá el matrimonio. Loindefinirá.

Esta no es la primera vez que nuestra sociedad tiene el matrimonio sin definir. El divorcio sin culpa, instituido en todo el país, sonaba como una buena idea en ese momento. Su consecuencia involuntaria fue que cambió para siempre la definición del matrimonio, de una relación permanente entre los esposos, a una temporal. Lamentablemente, los niños se convirtieron en un daño colateral en las búsquedas egoístas de los adultos.

PRIVAN A LOS NIÑOS DE SU DERECHO

El matrimonio homosexual va a hacer lo mismo, privar a los niños de su derecho a una mamá o a un papá. Esto no es una pequeña cosa. Los niños están siendo reducidos a bienes muebles -como fuentes de satisfacción.

Por un lado, su árbol genealógico no consta de los antepasados, sino de un pequeño ejército de anónimos sustitutos, los donantes y los abogados como bateadores emergentes para el género ausente en los matrimonios asexuados.

Gays y lesbianas exigen tener un “derecho” a tener hijos para completar su sentido de realización personal, y al hacerlo, están superando el derecho que tienen los niños a una madre y un padre – un derecho que el matrimonio homosexual pisotea.

¿AMAS AL OTRO?, ¿Y LOS NIÑOS?

En ninguna parte de cualquier solicitud de licencia de matrimonio en cualquier Estado los demandantes preguntan: “¿Amas al otro?” Sin embargo, esta es la base sobre la cual los defensores del matrimonio del mismo sexo tratan de cambiar nuestras leyes. ¿Está el estado realmente en el negocio de la celebración de las vidas románticas?

El mantra que se oye repetidas veces es que “el matrimonio es sobre el amor, el compromiso y la responsabilidad”.

Pero estas tres cosas no son los intereses del Estado en el matrimonio. El matrimonio, desde la perspectiva del Estado,se trata de niños. Esa es la razón por la que la institución existe. Deberíamos temblar y temer en la noción de deshacerlo.

Por el bien de todos los niños y aquellos que están por nacer, hay que reducir la velocidad y considerar seriamente las consecuencias no deseadas de indefinir el matrimonio. De lo contrario, se corre el riesgo de tratar a los descendientes comopeones prescindibles, sacrificados en el nombre de la auto-realización.

Fuentes: Doug Mainwaring para Public Discourse, Signos de estos Tiempos